Saben aquel que diu que va un matrimonio paseando de noche y sale un atracador:
—¿La bolsa o la vida?
Y le dice el hombre a la mujer:
—Anda vida, vete con este señor.
Hace poco vi un documental sobre la vida de Eugenio y me flipó.
Más allá de que el tipo resultaba ser un cocainómano depresivo hubo algo que me llamó la atención y que hizo que sus chistes, 30 años después, sigan siendo graciosos.
Porque en los 90 Eugenio la partió, sus chistes triunfaron como no se había visto y su caché triplicaba al de Radio Futura.
La gente se compraba sus cintas de chistes y los escuchaba una y otra vez, y le seguían haciendo gracia.
¿Puede un chiste escuchado decenas de veces seguir funcionando? Los de Eugenio sí.
Pero que fueran tan buenos no era casualidad.
En el documental se ve cómo preparaba las actuaciones y el tío lo tenía todo estudiado. No improvisaba, trabajaba los chistes con precisión, estudiando el orden de cada palabra, y luego se los memorizaba.
Decía mucho con muy poco. Su presencia y silencios hacían el resto.
Sobre el escenario lograba que pareciera natural, pero hasta las pausas estaban pensadas. Como dijo su manager, “era una bestia de las distancias cortas.”
Cada chiste lo contaba siempre igual, los tenía medidos al milímetro, utilizando las palabras justas en el orden adecuado.
Saben aquel que diu que se encuentran dos amigos y uno le pregunta al otro:
—Oye, ¿tú sabes cómo se llaman los habitantes de San Sebastián?
Y el otro responde:
—Hombre, todos no.
Y la gente se partía.
Esta maestría en la comunicación es muy difícil de alcanzar. Eugenio tenía más de 50.000 chistes escritos en borrador, se documentaba y buscaba exponerse a nuevas ideas. Así durante años.
Lo dijo Cervantes: “Cortas sentencias vienen de larga experiencia”.
Sin embargo, en Internet se siguen tasando los textos por el número de palabras, cuando eso es garantía de que la calidad se derrumbe.
Así se ha llenado la red de bazofias sumapalabras que intentan satisfacer algoritmos y no personas. Muchas obra mía.
Los emails de mi suscripción son cortos. Cortos y precisos.
En esos emails cortos y precisos, en concreto en los del primer bloque, aprenderás la técnica más importante para que tus mensajes, escritos o hablados, tengan el efecto Eugenio.
Contar mucho más con mucho menos. Comunicar como los profesionales.
Pero, ojo, eso nunca debe estar reñido con el entretenimiento, por eso historias y metáforas son el vehículo perfecto para hacer un mensaje breve, profundo y ameno.
Chistes también, pero para eso hay que ser Eugenio.
Aprender todo eso es muy rentable y, como te imaginarás, tiene un precio.
Eugenio, que se definía como “narrador de historias”, cobraba medio millón de pesetas por actuación, y sus gastos eran un whisky y un paquete de ducados. Su precisión le hizo rico, y luego se la metió por la nariz.
Yo no te voy a cobrar 3.000€, solo 120€.
—¿A dónde vas?
—A por estiércol para las fresas.
—Coño, ¿por qué no las pruebas con nata?
Para leer emails precisos (y aprender a escribirlos).
Gente Invencible
Un saludo
P.D. Eugenio también decía que él solo se reía al acabar la actuación, cuando cobraba.
Para que nos riamos todos
Gente Invencible
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