Esta semana quiero compartir contigo una de las mejores historias que he escuchado. Principalmente por el mensaje que contiene, ya que encuentro imprescindible interiorizarlo completamente para alcanzar la paz y el equilibrio en la vida.
Un rey reunió a todos los sabios de su corte y les hizo la siguiente petición: "He mandado hacer un anillo al mejor orfebre del reino, y quiero grabar en su interior un mensaje que me ayude en los tiempos difíciles y al que pueda acudir cuando necesite consejo y guía". Los sabios se pusieron manos a la obra y estuvieron días revisando sus grandes libros de filosofía y debatiendo entre ellos, pero estaban acostumbrados a escribir y leer grandes tratados en extensos libros, y no fueron capaces de condensar en pocas palabras todos sus pensamientos, y se dieron cuenta que no podían satisfacer los deseos del rey. El rey, sin embargo, tenía a un sirviente muy cercano. Éste había servido a su padre con anterioridad y se había ganado su respeto y la cercanía de todos, por lo que el rey confiaba en él como un miembro más de la familia. El sirviente le dijo que podía ofrecerle el mensaje que había pedido, ya que se lo escuchó a un invitado de su padre muchos años atrás y nunca lo olvidó, pero le pidió como única condición que no lo leyera a menos que fuera absolutamente necesario, ya que solo entonces sería capaz de comprenderlo. El rey aceptó. El sirviente fue al orfebre, le dictó el mensaje y este lo grabó en la cara interna del anillo. El rey se lo colocó y, respetando la promesa que había hecho, no se lo sacó en ningún momento para leer lo que había escrito. Al cabo de un tiempo, un reino vecino invadió el territorio del rey sin previo aviso, y al no poder enfrentarse a sus ejércitos tuvo que escapar como pudo. En su huida acabó en plena montaña, con su familia y algunos pocos que habían podido huir con él. Estaban perdidos, con hambre, frío y miedo. El rey estaba desesperado y paralizado por la situación, y fue en ese momento que se acordó del anillo. Lo sacó y por fin leyó el mensaje que había permanecido oculto hasta entonces. En el anillo se encontraban las siguientes tres palabras: ESTO TAMBIÉN PASARÁ.
En ese momento, un silencio se apoderó de él. Una extraña calma y sosiego se asentaron en su interior. La noche parecía menos oscura. El frío, menos inmisericorde. El hambre, más llevadera. Esa misma noche, un grupo de soldados de un reino aliado encontraron al pequeño grupo del rey y lo escoltaron hasta la capital, donde se recuperaron, se reagruparon y planearon la reconquista de su hogar. A los pocos meses la guerra terminó. Habían expulsado a los invasores y recuperado su reino. El rey mandó organizar un banquete inmenso, con comida a raudales, flores, música y baile. Estaba eufórico y orgulloso de lo que había logrado, y mientras miraba la celebración, el viejo sirviente se le acercó y le dijo "Por favor majestad, lea otra vez el anillo".
ESTO TAMBIÉN PASARÁ.
El rey comprendió que había pedido un mensaje que lo ayudara en los tiempos difíciles, pero el sirviente le había ofrecido algo mucho más valioso que eso. Entendió que aferrarse a las situaciones negativas no era lo indicado, pero tampoco lo era hacerlo a las positivas. Porque todo pasa. Todo. Los problemas se solventan y suavizan. Si nos agarramos demasiado a algo nos veremos arrastrados por la corriente de la vida. Sufriremos innecesariamente. Sufriremos intentando mantenernos anclados a algo que ya se fue, pero que nos negamos a aceptarlo.
La clave para lograr la paz y el equilibrio es aceptar con plenitud que todo existe, y todo pasa. La clave reside en que nada nos venga de improvisto, porque entendemos la esencia de la vida misma. La clave está en reducir la brecha entre lo que queremos que pase y lo que está pasando en realidad.
Cuando estés en un mal momento, sé consciente de él. Transita las emociones que experimentarás, pero no te regodees en ello, ya que cuando el sol salga tal vez te lo perderás si estás mirando al suelo sintiendo pena por ti mismo. Cuando estés en un buen momento, disfrútalo pero no pierdas el control ni te creas invencible, porque tal vez estarás con la mirada tan alta que no prestarás atención a las piedras del camino. Recuerda: Esto también pasará. Y está bien, porque la vida es eso.
Todo este mensaje, hasta aquí, es copiado. Es copiado-pegado literal de una de las newsletter que no solo más sigo, sino que más disfruto, porque me encantó la historia y cómo luego la desgranaba. Esta newsletter se llama Fitness Real y te animo a seguirla. Saco historias, aprendizajes, historias como estas y fuentes de inspiración de su autor Víctor Reyes y por eso hoy lo único que quiero es que te quedes con 2 mensajes: El famoso “esto ya pasará” de la historia anterior. Y de mi propia cosecha te digo que seas agradecido de todos aquellos amigos, familiares, cuentas, canales, libros, autores… que te aportan un poquito para ser mejor persona. Yo hoy doy las gracias públicas a Víctor, aunque él ni siquiera sepa que se las estoy dando.
¡A hacer cosas!
PD2: si tienes alguna historia an buena como esta no dudes en compartírmela ya que la leeré encantado
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